En el intervalo desde que el paciente piensa en la posibilidad de hacerse una cirugía estética hasta que hace realidad su deseo, interfieren una serie de factores negativos que pueden quebrar sus ilusiones por mejorar su aspecto. Los motivos principales suelen ser: falta de confianza, desinformación y las lógicas dudas previas hasta dar con un cirujano que inspire la máxima confianza.
Del dicho al hecho. Desde que se toma la decisión hasta que se pasa a la acción…
El camino hasta el acto quirúrgico está representado por una pirámide invertida: son muchos los que fantasean con el deseo de operarse, pero son solo unos pocos los que llegan a la meta. Desde que lo piensan hasta que convierten su sueño en realidad hay mucha gente que se queda en el camino.
Si tomamos como ejemplo las operaciones de pecho, partimos del segmento de población que potencialmente podría operarse: mujeres entre 18 y 60 años. De ese conjunto de mujeres, existe un 20% a las que les gustaría mejorar su pecho. De este porcentaje, un 20% comienza a informarse a través de revistas, internet y otros medios de comunicación. De las que se informan, solo un 25% llega a llamar a la consulta para citarse. Y finalmente, de todas las que pasan por consulta, llegan a operase el 25%.